Estoy olvidando hacer muchas cosas que me alegraban días como este, o domingos menos lluviosos pero igual de insulsos.
Una
de ellas era ir a Capital por un motivo random y volver como a esta
hora (21:00), en la combi, mirando la ciudad nocturna por la ventana,
luego los lúgubres paisajes nocturnos del primer cinturón del AMBA y
finalmente llegar a este páramo, siempre escuchando música, siempre
escuchando a Diego Perdomo que es mi banda de sonido preferida para los
viajes.
Sucede que ya no tengo ni motivos random y cuando tenia
motivos reales y concretos fue hace tantos años que hoy ir por nada me
rompe un poquito el cosito que late bajo mi esternón.
Yo también
me aburro de estos días de neblina y espero cambiarlos. Yo también
extraño todo el tiempo. Y yo también me banco dejar de ser lo que era,
quizás mas feliz, para saltar hacia esa incertidumbre que da transcurrir
los años entre la medianía, la estupidez cruel y la maldad.
Yo también envejecí y aprendí a no querer perder a nadie. Pero ya perdí a casi todos.
Acá estoy refundandome, desde las cenizas de lo que fue o no pudo ser, bajo
la misma luna de febrero de 2006 cuando creia que nunca iba a poder ser
feliz, y acá estoy de vuelta, mirando el paisaje lúgubre y poco
cambiante del primer cinturón de años de la juventud, terminándose. Mas
viejo, con algunas canas, varios kilos de mas y sin mucho para hacer. Debería haber armado una familia ya pero a las luces de como les fue a
mis cercanos, estoy mas convencido que nunca de que tome el camino
correcto, sin dañar a nadie (mas que a mi)
Sueño que empieza otra canción, otro descanso en la escalera. No quiero cerrar los ojos nunca más.
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