Formas del ayer
se estrellan en mi cerebro,
rebotan, brotan y explotan en silencio.
Muero tibiamente en una espera agónica
que me libera de todo aliento.
Sufro el olvido
y no concibo otra forma de existir.
Ya ni soy recuerdo,
en mi mente solo feliz allá a lo lejos,
difuso como sombras en la niebla del tiempo.
Quiero sobrevivir a esta guerra contra mi
mismo que voy perdiendo,
amargamente pidiendo la hora referí,
un salvavidas de yeso en el mar del silencio.
Donde me hundo
sin el más mínimo esfuerzo por no hacerlo.